Queremos darle a cada ciudadano dispuesto a invertir 50 mil pesos y un par de horas en su fin de semana, la oportunidad de entrar a untarse las manos en la actividad que sostiene nuestras sociedades…. El cultivo.
Que sería de nosotros sin las hectáreas y hectáreas sembradas con los productos que a diario conseguimos a escasas cuadras de nuestros hogares. O en establecimientos, grandes y pequeños, a donde llegan de un origen muchas veces desconocido, ajenos a nosotros.
Rompamos con este ciclo de alienación. Un buen rato en familia, de esparcimiento con los niños, o de relajación con los adultos, puede convertirse en la puerta de entrada a un cambio de visión sobre nuestro estilo de vida.
Con el proyecto de huertas urbanas, buscamos motivar a grandes y chicos, gente pudiente y no tanto, a tener contacto con los alimentos que a diario consumimos desde su origen más básico. A partir del cultivo de ciertas hortalizas y plantas de uso cotidiano (culinario o medicinal), cuyo crecimiento se presta para adaptación a espacios pequeños, típicos de apartamentos y patios de casa.
La idea es simple. Aplicar uno de los tantos métodos disponibles en internet para la horticultura urbana, sintetizarlo en pasos sencillos a seguir por cualquiera que tenga la
voluntad de hacerlo, y brindar un espacio para que entre todos compartamos nuestras experiencias y retroalimentaciones a través de la web. Queremos que en Bucaramanga y su área metropolitana surja, de estas experiencias directas e individuales, un renovado reconocimiento por la tarea que realiza el campesino, el cultivador, y un merecido respeto por la compleja dinámica de la naturaleza que nos alimenta.
Son tres pasos fundamentales, y uno optativo:
1. Fabricar tu huerto en casa, de acuerdo a las medidas de que dispones.
2. Fabricar tu semillero y conseguir las semillas
3. Plantar tus semillas y seguir el proceso de crecimiento, con su correspondiente trasplanté si aplica.
4. (Optativo) Con el objeto de obrar por la autosuficiencia, se puede montar un sistema doméstico de compostaje, usando la lombriz roja californiana. Así no solo nos hacemos cargo de la mayoría de nuestros desechos orgánicos, también obtenemos de manera regular un abono para nuevos semilleros y para enriquecer los huertos viejos.
Toda la actividad es sumamente sencilla, adaptada casi al pie de la letra de muchas fuentes en la red. En estas fuentes precisamente vemos como en muchos lugares del mundo, y de Colombia, ya se ha dado el paso para revalorar la labor del cultivo.
Toda esta actividad tiene la idea de formar una comunidad virtual y luego física, en la que podamos interactuar con otros entusiastas de la horticultura y del cultivo en general. Por eso tendremos siempre disponible un correo electrónico al que se puedan enviar reportes de la periodicidad deseada, y en el formato deseado; que luego (previo filtro de un moderador) puedan ser compartidos en este espacio de la página de la Fundación Ecovoces.
No se trata de suplir nuestras necesidades alimentarias, aunque experiencias similares poniendo algo más de empeño se alcanzan impactos visibles en la economía doméstica. Aquí se busca enseñar a un niño o a un joven sobre lo maravilloso y delicado del proceso de la planta generándonos un producto comestible (o útil); o de llevar a la casa del padre trabajador el placer de ver crecer un alimento fresco y trabajado en su propio hogar. En esta época de tanto desarraigo y decaimiento de valores morales, conviene volver nuestra mirada a la disciplina y responsabilidad a la que propendían los hábitos del campo de antaño. Conviene también, en medio de los afanes sinsentido, recordar lo simple pero poderoso que es nuestro lazo con la tierra.